miércoles, 13 de julio de 2016

Paulo Mendes Campos

Relatores y relatos deportivos

 
El poeta, cronista, y periodista mineiro Paulo Mendes Campos (1922-1991) mostraba su talento borrando los límites entre los géneros. Tanto escribía poemas o crítica literaria como unas apostillas sobre fútbol que desbordaban calidad. Esas columnas se llamaban O gol é necessário y el título de una de ellas pasó a ser su “marca registrada”: “Didi, coisa mental”, dedicada al gran mediocampista de la Selección de Brasil campeona del mundo en 1958 y 1962, Waldir Didí Pereira.

Entre muchas elegí la que sigue, por su toque humorístico y porque pone de manifiesto las dificultades de traducir lo intraducible: la lengua. La traducción es mía (con las debidas disculpas) y más abajo está el original en portugués.

Charla breve
Ed Sá cita una frase insuperable del anecdotario futbolístico. Yo la sé de memoria, más larga, tal como la dijo un locutor deportivo: “Entra a la alfombra verde el facultativo esmeralda para revisar la lesión del hijo del Divino Maestro, rueda motriz del eleven perico”.
Se cuenta que un norteamericano, graduado en lengua portuguesa en la Universidad de Florida, vino a Brasil para perfeccionar sus conocimientos. Para familiarizarse con el lenguaje coloquial se puso a escuchar transmisiones deportivas y se topó con aquella frase. Se rompió la cabeza tres días seguidos tratando de descifrar el enigma sin conseguir resultados hasta que un hincha habituado a la jerga radial le acercó la traducción: Alfombra verde – campo de juego;  facultativo esmeralda – médico del Palmeiras (camiseta verde); hijo del Divino Maestro – Adhemir da Ghia, hijo del veterano astro Domingos da Ghia; rueda motriz – jugador del medio campo; eleven perico – once de los loritos (equipo del Palmeiras).

Bate-pronto
Ed Sá cita uma frase insuperável do anecdotario futebolístico. Eu a sei de cor, mais longa, nestes termos do locutor: “Adentra o tapete verde o facultativo esmeraldino a fim de pensar a contusão do filho do Divino Mestre, mola propulsora do eleven periquito”.
Conta-se que um americano, depois de graduar-se em língua portuguesa na Universidade da Flórida, veio ao Brasil em viagem de aperfeiçoamento. Para familiarizar-se com a linguagem coloquial, dedicou-se a ouvir trasmissões esportivas e por acaso foi contemplado com aquela frase. Ficou de cuca fundida durante três días, vasculhando compêndios, até que um brasileiro lhe forneceu o seguinte glosario: tapete verde – campo; facultativo esmeraldino – médico do Palmeiras;  filho do Divino Mestre – Adhemir da Ghia, filho do veterano Domingos da Ghia; mola propulsora – jogador do meio de campo; eleven periquito – quadro do Palmeiras.
 
 
Las ilustraciones son de Verediana Scarpelli. En su blog pueden ver más cosas:
La diagramación del Diário es de Daniel Trench.
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viernes, 8 de julio de 2016

Botines


Los primeros zapatos usados para jugar al fútbol merecían el nombre de botines: eran unas botas de caña corta, apenas por arriba del tobillo, que aparecieron hacia 1880. Tenían puntera de acero y pesaban casi un kilogramo.
Hacia 1890 se le agregaron los tapones, que para 1920 ya eran intercambiables de acuerdo al estado de la cancha, el clima o el “tratamiento” que se daría a los rivales.
Hacia 1950 se les acortó la caña y pasaron a tener la forma “actual” que deja el tobillo al descubierto. Esto y el uso de cueros más delgados llevó el peso a 500 gramos.
Desde ahí en adelante, cada diez años aproximadamente, se introducen variantes y diseños que los transforman en “estrellas” del espectáculo.


En 1970 Pelé usa la primer versión personalizada, fabricada especialmente para él. En 1980 Beckenbauer adopta un modelo con suela de poliuretano que pesa sólo 270 gramos. Para 1990 los tapones dejan de ser redondos, se alargan y continúa la baja de peso: ¡200 gramos!
En el 2000 la “lengua” sale y tapa los cordones. Distintas marcas se disputan y hacen contratos de uso exclusivo de sus calzados, que se muestran en las repeticiones de los goles disputando cámara con los jugadores.

Hacia el 2010 ¡vuelven a tener forma de botita, con la caña sobre el tobillo! A pesar de eso pesan 150 gramos, pueden no tener cordones y son de colores vivos,  en ocasiones fosforescentes. Incluso algunos jugadores usan uno de cada color para identificarse o dar valor comercial “agregado” a su imagen.
Entonces sucede algo casi gracioso: muchos jugadores se “avivan” de que la extrema visibilidad de sus calzados hace que sus infracciones sean más fáciles de advertir por los árbitros y la televisión; entonces llegamos a los modelos 2016: se vuelven a usar de color negro (u otro que se disimule), bien clásicos, sigue la forma de botita pero la caña es tejida para hacerlos más livianos aún. Es decir que, al cabo de 80 años, los botines vuelven a ser botines.