martes, 25 de febrero de 2014

Orillas


Mientras Celina Murga hablaba de su nueva película en Reunión Cumbre (Radio Nacional, sábados de 13 a 15 hs.), el título me trajo ecos de otros similares:

La tercera orilla, 2014, película dirigida por Celina Murga
La cuarta orilla, 1920, Libia según Mussolini y los fascistas italianos
El río sin orillas, 1991, de Juan José Saer
La otra orilla, 1995, de Julio Cortázar
Las dos orillas, 1992, de Carlos Fuentes

La tercera orilla, 2014, arg., película dirigida por Celina Murga, 92 min.
Su estreno por estos pagos es inminente aunque ya se presentó en el Festival de Berlín.
Cuenta la historia de un padre (un médico de provincia con una doble vida) y su hijo. Está contada desde el punto de vista del muchacho, un adolescente de 16 años, que decide dejar de lado el camino que su padre tiene pensado para él. Se desarrolla en Concepción del Uruguay, donde fue filmada.

La cuarta orilla
En la Italia fascista de Mussolini la propaganda exaltaba los viejos mitos del imperio romano del que se decían herederos naturales. Para justificar la invasión a África –de donde todavía hoy la civilizada europa continúa robando petróleo y gas– se referían a ella como a la cuarta orilla del Mare Nostrum. En nombre de aquellos “antiguos derechos” invadieron Libia, la sometieron con el uso de armas químicas, internaron a sus habitantes en campos de concentración y, cuando perdieron la 2ª guerra, hicieron acuerdos con el Rey Idriss y luego con Kadhafi para continuar el expolio. Incluso firmaron un Tratado de Amistad con el gobierno libio de Kadhafi en el 2008. Acuerdo que rompieron cuando Estados Unidos y la OTAN decidieron entrar como “nuevos socios en el negocio” y asesinar a Kadhafi.

El río sin orillas, 1991, de Juan José Saer
El personaje central del libro es el Río de la Plata. Hay reflexiones sobre el descubrimiento, la conquista española, las corrientes inmigratorias, la mezcla de razas, las comidas, las costumbres a lo largo de los siglos hasta la llegada de la dictadura del 76. Difícil de etiquetar, anda entre el ensayo, la crónica, las misceláneas –como el capítulo dedicado al asado– en un conjunto más que interesante.

La otra orilla, de Julio Cortázar
La otra orilla es una selección de textos de Cortázar, publicada póstumamente en 1995. Escritos entre 1937 y 1945, son historias cortas de ficción que el autor se negó a publicar por considerarlos superados por sus trabajos posteriores. 

Las dos orillas, de Carlos Fuentes
Jerónimo de Aguilar -náufrago de una fallida expedición anterior a la de Hernán Cortéz-, que sobrevivió entre los mayas, relata esta historia alrededor de la Conquista de México. Lo hace mirando hacia atrás, desde su sepultura.  En ella Gonzalo Guerrero -el otro sobreviviente- encabeza una expedición de ficción que desembarca en Cádiz y conquista España con la ayuda de árabes y judíos. El cuento está en el libro El naranjo o los círculos del tiempo.
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viernes, 21 de febrero de 2014

Rejas

Entre todas las cosas que fabricaban los herreros; utensilios de cocina, armaduras, espadas, herraduras, etc.; las que peor connotación han tenido son las rejas. La mayoría las asociamos con la palabra encierro por lo que lo mejor es mirarlas desde afuera.
También las hay que son verdaderas obras de arte. Es cuando se da la increíble conjunción de dos artistas, el plástico y el herrero. A estas podemos apreciarlas por ambos lados.
 

Gualeguay – Entre Ríos – Rep. Argentina
La casa Costa, ubicada en una de las esquinas de la céntrica Plaza Constitución, fue construida en 1913 para don Arturo Costa y tiene una reja al frente que llama la atención por su hermosura. El diseñador fue el pintor Cesáreo Bernaldo de Quiróz, hermano de la dueña de casa, y construida por el gualeyo Nicolás Epele en su taller de herrería artística.
En 1937 la compró don Nicolás Berisso y hoy continúa siendo de su familia. Bien vale una visita si llegan a pasar por allí.


San Salvador – Bahía – Rep. Fed. do Brasil
Praça dois de julho
La reja que rodea la plaza y los portones saltan a la vista como algo hermoso y distinto. Su diseñador fue un reconocido pintor brasileño, bahiano hasta la médula, nacido (casualmente) en la Argentina, en la ciudad de Lanús: Héctor Julio Páride Bernabó (1911-1997) conocido como Carybé.



Museo de Arte Moderno
También las bellas rejas de este museo fueron diseñadas por Carybé, nombre de un pez de agua dulce que él tomó por seudónimo. Carybé estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro y se mudó a Salvador hacia 1950 donde formó parte de la vanguardia cultural modernista, junto a Jorge Amado, Mario Cravo, Glauber Rocha y Dorival Caymmi entre otros.
Desconozco al herrero y al taller donde se construyeron. El museo está ubicado en el Solar do Unhao, sobre la costa del mar.



Para terminar la velada, aquí pueden escuchar O que é que a bahiana tem, por Dorival Caymmi:
https://www.youtube.com/watch?v=ATRYXkvBkKM&noredirect=1
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lunes, 17 de febrero de 2014

Con el mismo cuento 18 – Perseguidos y perseguidores

El mismo pero distinto


A pesar de ser algo obvio y reiterado en los relatos policiales, la persecución, el tema de los cuentos de hoy, tiene una interesante vuelta de tuerca en los tres casos:

El hombre que miraba pasar los trenes, 1938, Georges Simenon
El hombre en la calle, 1939, Georges Simenon
El mismo cuento distinto, 1994, Gabriel García Márquez

El hombre que miraba pasar los trenes  es una novela espléndida donde se mezclan escenas de la vida pueblerina y de la gran ciudad. La bancarrota de un empresario deriva en un crimen con motivo sexual y cuando parece que se trata de un policial clásico irrumpen las cuestiones psicológicas que empezaban a estar de moda. En los capítulos finales hay una persecución que consiste en cerrar el círculo sobre el asesino –que manda cartas a los diarios cuestionando el tratamiento que la prensa da a su caso–simplemente esperando que se le acabe el dinero.
El comisario Lucas se encarga personalmente del caso y acosa por las calles de París al holandés Kees Popinga, a quien ni siquiera ha podido verle la cara cuando anuncia a la prensa que su captura es cuestión de días… 
Esta es una de las novelas “sin Maigret” de Simenon, a pesar de que el comisario ya había hecho su aparición unos años antes, en 1931.

Al año siguiente Simenon publicó un cuento corto: El hombre en la calle, cuyo núcleo central es similar a la persecución de la novela anterior con dos variantes significativas: el comisario Maigret y su perseguido se ven a cada rato y la solución de la trama incluye un sacrificio por amor. El comisario Lucas, de la novela anterior,  hace de ayudante de Maigret en esta ocasión.
Bien mirado es un cuento como cualquier otro de los suyos, uno más en una producción tan fecunda que es natural que incluya algunas reiteraciones. Pero hay un hecho que lo hace singular: Gabriel García Márquez lo leyó en 1949 y quedó impresionado con él, a la vez que olvidó título y autor durante más de cuarenta años.

Cuando por fin pudo dar con el cuento, en 1993, escribió El mismo cuento distinto como prólogo a una reedición del mismo y, a la vez, homenaje al gran escritor belga. Es una miniatura de tres páginas donde cuenta dos historias: la búsqueda del cuento perdido en su memoria –narrada como si fuera una persecución al estilo Simenon–  y el cotejo del recuerdo que guardaba con las contradictorias sensaciones que le produjo su relectura. En un juego maestro de intertextualidad cierra al mejor estilo de Borges con una reflexión sobre las veleidades de la memoria y de los olvidos.

 
El hombre en la calle acá:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/simenon/el_hombre_en_la_calle.htm
El mismo cuento distinto acá:
http://antologiasinpoesia.blogspot.com.ar/2013/09/dos-prologos-de-gabriel-garcia-marquez.html
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viernes, 14 de febrero de 2014

Helados



Aunque parezca imposible, dado que venían de tierras donde no había siquiera un puñado de hielo o nieve, los helados son otra de las delicias que nos dejaron los árabes. Durante la ocupación musulmana de Sicilia –entre los años 900 a 1100, en que fueron desplazados por los normandos– la isla tuvo un periodo floreciente. Introdujeron el cultivo de limones, naranjas, pistachos, caña de azúcar… y crearon la granita, la antecesora directa de nuestras actuales cremas heladas.

Refinados como eran, combinaron sus sharbats (jarabes) de limón y naranja batiéndolos con nieve del Etna y así fabricaron las primeras delicias heladas. Nuestra palabra sorbete deriva de allí.

Se dice que Marco Polo trajo en el siglo13 la técnica de enfriar cremas y que ya los romanos sabían que agregando sal a la nieve bajaban su temperatura y lo usaban con algunos postres, pero resulta muy verosímil que haya sido la integración de saberes y disponibilidades que hubo en Sicilia la que dio lugar al desarrollo y posterior difusión de la nueva delicia.

El agregado de leche y el enfriado/congelamiento de postres son del siglo 16 y 17. Se gestaron en Italia y difundieron primero en Francia (llevados por Catalina de Médicis) y luego por Inglaterra y el resto de Europa.

 
 
Un precioso y detallado artículo sobre el tema, escrito por Graciela Cutuli, se puede leer acá:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/turismo/9-2615-2013-08-03.html
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martes, 11 de febrero de 2014

Caballos famosos -7-


Continúa la selección de comentarios sobre caballos famosos de la mitología, la historia y la literatura. Hoy toca a tres caballos blancos:

PALOMO, el caballo del Libertador Simón Bolívar
De gran alzada, unos dicen que se lo obsequió el Congreso de la gran Colombia, otros dicen que se lo regaló un campesino. Lo acompañó en muchas acciones de la campaña libertadora. Murió en la hacienda Mulaló, en el Valle del Cauca. Fue enterrado al lado de la capilla del municipio de Yumbo junto a una frondosa ceiba. Sus herraduras, los estribos y otras pertenencias se exhiben en el museo de Mulaló, cerca de Cali.
Por supuesto que tuvo otros caballos: Muchacho, Pomposo, Mosqueado, Pastor (que también era blanco), pero en Palomo llegó hasta Chuquisaca.

MARSALA, el caballo de Garibaldi
Durante la campaña de 1860 para apoderarse del Reino de Nápoles y las dos Sicilias, que estaba en manos de los Borbones, Garibaldi montó un caballo blanco cuyo nombre es fácil de recordar: Marsala. Le puso el nombre del puerto donde desembarcó al frente de la expedición que había organizado el Primer Ministro del Reino del Piemonte, el Conde Cavour.
Pocos días después, en mayo de 1860, obtuvo (con la ayuda de Alain Delon como pudimos ver en Il Gattopardo…) la victoria de Calatafini  y las tropas borbónicas se replegaron hacia el continente, hasta Nápoles donde continuó la campaña.
Famoso en la actualidad por los vinos que se producen en la región, el nombre Marsala proviene del que los árabes habían dado a ese puerto durante su larga ocupación de la actual Sicilia: Marsa Alah (Puerto de Dios) o Marsa Alí (Puerto grande).

BLANCO, el caballo de lady Godiva
No sabemos con certeza si fue un hecho histórico o se trata de una leyenda. La cosa es más o menos así: en el poblado de Coventry, hacia el año 1050 aproximadamente, el Señor Conde de Chester apretaba a sus súbditos con impuestos muy duros por lo que su esposa le pidió un poco de compasión. El marido le respondió: Lo haré si te paseas desnuda, montada a caballo, por el mercado lleno de gente.
Parece que la lady acordó con los líderes que ella lo haría pero que ellos se encerraran en sus casas y no miraran.
Todos cumplieron su parte y Leofric también rebajando los impuestos cuestionados. Bueno, en realidad, todos no: parece que el sastre Tomás Nosecuánto miró todo lo que pudo ver –que no era mucho porque la lady tenía el cabello muy largo- y desde entonces se les llama Peeping Tom a los mirones.
No importa si la historia fue verdadera o no, pero una cosa es indudable: de todos los equinos de la historia, el más envidiado es Blanco.


En la foto Maureen O'Hara como Lady Godiva.
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viernes, 7 de febrero de 2014

Banquetes literarios 3 - El desperfecto

El desperfecto, de Friedrich Dürrenmatt (1921-1990)


Aperitivo: Campari
Siguió una pequeña degustación de Oporto, previa a las Entradas: fiambres, huevos rellenos, caracoles, sopa de tortuga.
Trucha  acompañada con un liviano Neuchâtel
Champignons a la crème con un Rèserve des Maréchaux
Solomillo de ternera con Pichon-Longeville, de 1933
Aquí hicieron un intervalo para caminar un poco y fumar.
Pollito con Château Pavie, de 1921
Luego quesos varios, a saber: Camenbert, Brie, Gruyere, Emmental, Tête de Moine, Vacherin, Limburgo y Gorgonzola, que acompañaron con Château Margaux cosecha 1914.
Final con torta, café y cognac Roffignac 1893.


 
La trama se desarrolla durante una cena en que cuatro viejos amigos invitan a un forastero a participar de su juego favorito: “Consiste en que, de noche, jugamos a nuestras antiguas profesiones.”
Por si no tuvieran tiempo de leerla, les adelanté el banquete que manducan y liban: un menú digno de la ocasión y tan brillante como la obra.
Llena de mordacidad e ironía, esta novela corta puede leerse (toma unas dos horas) como un policial o como una reflexión sobre las organizaciones humanas inventadas para administrar justicia. Originalmente, en 1956, fue un guión de radio al que luego le dio forma de novela y, más adelante, de obra de teatro.
 

El desperfecto aquí:
http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/archivos/1322856198D%C3%BCrrenmantt,Friedrich.Eldesperfecto.pdf
Otra novela policial suya, El juez y su verdugo, de 1952, viene en algunas ediciones junto con la anterior. Si se les presentara la ocasión de comprarla, no la dejen escapar; el azar tiene un papel tan importante en ellas como en nuestras vidas…


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lunes, 3 de febrero de 2014

Cuentos con ranas

No se preocupen, no se trata de esos cuentos con ranas dedicados al público infantil (que no tiene manera de ajusticiar a sus autores) sino de otros más interesantes, al menos para quien esto escribe.


Los elegidos hoy son:
1-      La célebre rana saltarina del condado de Calaveras, de Mark Twain.
2-      La rana que quería ser una rana auténtica, de Augusto Monterroso.
3-      Hop-frog, de Edgard Allan Poe.

La célebre rana saltarina… se publicó en el New York Saturday Press en 1865. Fue el primer cuento de Mark Twain que le dio renombre y lo hizo un escritor popular. En plena “conquista del oeste”, se da el lujo de reírse con humor e ironía de esas historias sobre la “epopeya” que se iban agrandando con el tiempo y de la credulidad del norteamericano medio de las grandes ciudades del Este.

La rana… de Monterroso, de 1969, se lee en un par de minutos pero la risa que nos provoca dura mucho más. Su renovación de las fábulas haciendo una parodia y llevándolas al absurdo es de gran fineza y –a no dudarlo- nos hace reír de nosotros mismos.

El de Poe es casi una anomalía en esta selección ya que no se trata de una rana auténtica sino de un ser llamado “Rana Saltarina”; pero la coincidencia con el título del primero y la sorpresa de tamaña venganza (y sobre qué destinatarios) justifica su inclusión acá.
Hay diferentes versiones sobre la fuente donde se inspiró para el cuento, pero dejemos eso para otra ocasión. Lo publicó por primera vez en 1849, en el año de su muerte.


La célebre…   se puede leer haciendo clic en cualquiera de estos dos enlaces:
http://albalearning.com/audiolibros/twain/lacelebre-sp.html
http://www.biblioteca.org.ar/libros/155130.pdf
La rana que quería ser una rana auténtica, se lee acá:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/monte/la_rana_que_queria_ser_una_rana_autentica.htm
Hop-Frog, acá:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/hop_frog.htm

La autora de la ilustración de abajo es Marina Seoane.
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