domingo, 14 de octubre de 2012

Fernando Pessoa y Carlos Fuentes

Heterónimos, ortónimos y homónimos


Fernando Pessoa (1888-1935), el gran escritor portugués, empezó a publicar a través de sus heterónimos (Álvaro de Campos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro y Bernardo Soares entre los más conocidos). Los heterónimos son algo más que simples seudónimos, son autores casi reales, incluso les creó una biografía propia, un otro que escribía a través de Pessoa. La obra que firmó y escribió como él mismo, como su ortónimo, estaba muy influenciada por doctrinas religiosas, la teosofía, por el esoterismo y las sociedades secretas.


En oposición a esto, varias obras del gran escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) parecen (a mi modesto entender) haber sido escritas por diferentes escritores, todos homónimos suyos. Están firmadas por él mismo, pero hay varios Carlos Fuentes, cada uno con su propio modo de escribir; a punto tal que es difícil reconocerlo (o hallar un estilo propio) aún en obras escritas el mismo año.
Parece imposible que el autor de La muerte de Artemio Cruz (1962) (donde aparece el que creemos reconocer como auténtico) sea el mismo que escribió Aura, también de 1962. Si diéramos a leer esta última -a quien no la conoce-, diciendo que  el autor es Marco Denevi, tengo la certeza que más de la mitad de la cátedra se comería el sapo.
Lo mismo es válido para su novela Cumpleaños (1969). Si dijéramos que su autor es Jorge Luis Borges, causaría más extrañeza por el hecho sabido de que Borges no escribió novelas que por las diferencias de temática y estilo entre uno y otro.

En este sentido, en algunas de sus obras Fuentes se parece a Zelig, el personaje de la película de Woody Allen, que adopta la personalidad de su admirado con una rapidez pasmosa.
No hay menoscabo alguno en estos comentarios, por el contrario, hay un reconocimiento a su extraordinaria versatilidad que le permitía pasar de un registro a otro, de un guión cinematográfico a un cuento, de una obra de teatro a una novela. Es como si Fuentes se pusiera frente a cada nueva obra diferentes máscaras. No es casual que su primera obra se llamara Los días enmascarados (1954).

Enmascarado o no, voluntaria o involuntariamente uno de sus temas preferidos era el de la identidad y le gustaba jugar y regodearse en él. Precisamente en Una familia lejana (1980), dos de los personajes principales, Hugo y Víctor Heredia (padre e hijo) practican un juego: al llegar a cualquier ciudad buscan en la guía telefónica sus nombres. Gana el primero que encuentra un homónimo. Y toda la novela se sostiene en las coincidencias que el azar, los sueños y la historia funden en la búsqueda de la propia identidad.
Un punto culminante de la relación de Fuentes y su ocasional homónimo está en Los años con Laura Díaz (1999) y en Los 68 (2005): ambas obras comparten unas 20 páginas, palabra por palabra. ¿Será que alguno no le avisó al otro? ¿O el editor apuraba y manoteó lo primero que encontró?



Fuentes frente a su caricatura en el mural que Rep (Miguel Repiso) hizo en Casa América en Barcelona.
Varios Pessoa por el dibujante paulista Baptistao.

Aquí pueden leer Tabaquería, poema de Álvaro de Campos.
http://gustavo-campos.blogspot.com.ar/2010/11/tabaqueria-fernando-pessoa.html
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