miércoles, 18 de noviembre de 2009

Roma no paga a traidores - Cervantes

.

2 Miguel de Cervantes - Publicista Político - La Numancia

Al regreso de su duro cautiverio en Argel, Cervantes quiere participar en la consolidación de la grandeza de España y en la exaltación de los que considera los más altos valores de lo español: la defensa de la libertad, la dignidad contra la opresión y el arrojo en la adversidad. Corre el año 1583: la política expansionista de España necesita barcos y conquistadores, armas y victorias (Juan de Austria acaba de vencer en Lepanto) y una épica fundante y unificadora que aglutine en pos de una idea compartida de Nación. Esta es la parte que toma a su cargo cuando escribe La destrucción de Numancia, más conocida como La Numancia.

Con gran maestría y una imaginación más frondosa que la del propio Quijote, Don Miguel tomó un poco del hecho histórico del cerco de Numancia por los romanos, lo enriqueció con mitos y leyendas varios (como la inmolación de los judíos en el cerco de Masada de 66 D.C.) y lo adornó a su antojo, creando una versión que ha cumplido con creces el propósito de establecer un hito constituyente de España y de los altos valores de la hispanidad.

La Numancia cuenta la heroica resistencia de la ciudad al asedio romano, en la que todos sus habitantes deciden autoinmolarse en lugar de rendirse. El último en hacerlo es el joven Viriato, que se suicida tirándose desde lo alto de una torre, desoyendo el pedido de Escipión, que siente de ese modo desmerecida la gloria de los vencedores. La realidad histórica fue algo más prosaica que la poética versión cervantina.


Entre los personajes, aparecen Viriato -que había muerto 5 años antes-, Escipión y Quinto Fabio -que representan el poder- y Jugurta. Junto con estos, de carne y hueso, aparecen personajes alegóricos: el Duero, la Guerra, la Fama y…España.

El texto contiene apasionantes reflexiones sobre la libertad, sobre la lógica de opresores y oprimidos, sobre la apariencia de la victoria y la gloria frente a la nada y la muerte, sobre la gloria de algunos fracasos y las victorias de algunas derrotas. También, una exagerada exaltación de los “gloriosos españoles” y de los numantinos frente a los pragmáticos romanos y a los denostados árabes, a los que trata de “morisca canalla”.

La obra aportó al objetivo con amplitud: la unidad y consolidación de España se adelantó 300 años a las de Alemania e Italia, que trabajosamente la lograron en la segunda mitad del siglo XIX. La Numancia se ha erigido en un símbolo de la nación española y en un paradigma de sus virtudes. En este sentido, Cervantes no es menos grande como publicista que como escritor.
De vivir en el siglo XX le hubieran ofrecido ser guionista de Astérix.

Se dice que “Roma no paga a traidores” pertenece a La Numancia. Pero no es cierto: la frase no figura en parte alguna de la obra. En esto sí, el gran manco se ajustó a la verdad histórica.

No hay comentarios.: