miércoles, 10 de junio de 2009

La Metáfora El Silbo Vulnerado

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El Silbo Vulnerado

El Silbo Vulnerado es una compañía aragonesa de juglares que ofrecen recitales poéticos y teatrales difundiendo obras de la literatura española y universal.
Sus espectáculos tienen relatos y poesía declamada o cantada con acompañamiento de guitarras y están armados alrededor de diversos temas. Pueden ser sobre determinados autores; como Machado, Hernández, Quevedo; épocas y corrientes literarias; o alrededor de temas como la picaresca y el Romancero; todos muy amenos y divertidos.
En su visita reciente a la Argentina disfruté en la voz de Luis Felipe Alegre –fundador del grupo en 1972- acompañado en guitarra por Carmen Orte, un delicioso espectáculo que fue desde el folklore y la poesía hasta el Romance de ciegos. Allí escuché esta anécdota sobre la metáfora que trato de poner en la forma más textual que la memoria me permite.

La metáfora
El siglo de oro fue el siglo de la metáfora y vaya esta como ejemplo.
Había salido el Rey de paseo por la campiña acompañado de Quevedo, que se las daba de muy listo e ingenioso. Al ver a un campesino trabajando, hizo el Rey detener el carruaje y fue, acompañado por Quevedo, a conversar con el hombre.
-Buen día y hermoso sol, dijo el Rey.
-Buen día, su majestad, respondió el campesino.
-Veo al monte todo nevado, comentó el Rey.
-Eso ahora, porque antes, ni una gota de rocío, le respondió el campesino y el diálogo continuó, ante la sorpresa de Quevedo que no veía montaña alguna y menos nieve.
-¿Y que tal los lejos?
-¿Los lejos? Ni cerca.
-¿Al menos con las dos estarán bien?
-Tampoco, ni con las dos ni con tres.
-¿Cuándo vas a pelar a un ganso?
-Cuando venga manso.
-Adiós, dijo el Rey.
-Adiós, cuídese su majestad.
Y dicho esto volvieron para la corte. Quevedo que no había entendido ni jota le comentó esto al Rey y este se molestó. Le dijo que si quería seguir siendo el poeta de la corte le daba dos días para que le explicara y comentara al detalle la conversación que acababa de escuchar y si no lo hacía a su satisfacción, que fuera buscando otro trabajo.

Como el tiempo pasaba y no lograba hallarle la vuelta, tomó todos sus cubiertos y fuentes de plata, que era lo único de valor que tenía y fue a pedirle las explicaciones al campesino.
-Te daré esto, que es todo lo que poseo, si me dices de qué hablaban tú y el Rey anteayer, le dijo Quevedo poniendo a los pies del campesino toda la platería que llevaba.
-Trato hecho, te diré todo lo que quieras saber.
-¿Qué era eso del monte nevado?
-El Rey me decía que me veía muy canoso, y yo le comentaba que es reciente, que hasta hace poco no tenía ni una sola cana.
-¿Y los lejos, qué?
-Me preguntaba como andaba de la vista y yo le decía que mal, que no veía bien ni siquiera de cerca.
-¿Y quienes eran las dos, tus hijas?
-¡Qué va! Me preguntaba por las piernas y le comenté que estoy muy flojo, que ni con el bastón ando bien.
-…¿Y lo de pelar un ganso?
Y aquí el campesino duda unos instantes en responder. Mira alternativamente a Quevedo y a toda la platería desparramada y abriendo las manos con ademán de incredulidad, le dice:
-Llamamos así a sacarle el dinero a cualquier tontuelo…!




La ilustración es del dibujante sevillano Lombilla.
A El Silbo lo vi en:
Casa de la Lectura Lavalleja 924 tel 5197 5476
Ciudad de Buenos Aires
Todas las actividades son con entrada libre y gratuita.
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